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Mi historia con la “gurú” del orden doméstico

No voy a entrar a explicarte quién es Marie Kondo porque seguro que la conoces. Y también su método, protagonista de varios libros e incluso programas de televisión. Lo que he venido a contarte es cómo leer “La magia del orden” me cambió la vida. Y te prometo que no estoy exagerando, Rockera. Fíjate si me la cambio que puedo decir que fue uno de los factores decisivos para emprender mi web y redes sociales bajo el nombre de L’Economiss. ¡Ahí va mi historia con la diva del orden!

El día que me decidí a conocerla

Hace unos años, imagino que igual que medio planeta, oí hablar por primera vez de Marie Kondo, una joven mujer japonesa que estaba revolucionando y popularizando el mundo del orden doméstico. Había publicado un libro, “La magia del orden”, que explicaba un método sumamente eficaz para organizar los espacios de la casa con fluidez y sin agobios. ¿La diferencia? No se limitaba a proponer rutinas y pautas, sino que abordaba el desorden desde la mentalidad. Leí reseñas que la ponían por las nubes y varias conocidas mías me comentaron que siguiendo los pasos de la técnica KonMari, los resultados habían sido poco menos que milagrosos.

 También como medio planeta, atendiendo al número de ventas (su libro ya ha superado los 12 millones), sucumbí y me compré el libro.

En cuanto tuve un rato tranquilo, me puse a ello. En las primeras páginas, Marie Kondo afirmaba lo siguiente: “No sólo dejarás de ser desordenado, tendrás un nuevo comienzo en la vida”. Y te lo confieso: me dio la risa. Pues bien, querida, no tenía ni idea de hasta qué punto aquello que acababa de leer era cierto.

¡Manos a la obra!

No tardé demasiado en leerme “La magia del orden”. Me enganchó desde el principio y estaba deseando poner en práctica todo aquello. Del tiempo de lectura saqué mi primera conclusión: nunca nadie, hasta el momento, me había enseñado a ordenar. Estaba aprendiendo ahora, con Marie Kondo.

Así que, después de la última página, me puse a ello.

Mi casa, en aquella época, era un verdadero caos. Así que respiré hondo y, siguiendo las recomendaciones del método KonMari, empecé por la ropa. Fui apartando aquellas prendas que sabía que ya no me aportaban nada ni me iba a volver a poner. Hasta había ropa que me había comprado hace tiempo que aún tenían la etiqueta. Y cuál fue mi sorpresa cuando vi que en aquel montón estaba la mitad de mi armario.

Me encantaría decir que en aquel momento me invadió la calma y la felicidad, pero no. Eso vino luego. En realidad lo primero que sentí fue un enorme enfado. De repente me di cuenta de que todas esas prendas eran, en realidad, dinero que me había gastado con poca conciencia.

Gracias a Marie Kondo, me puse enfrente de mis posesiones y, por primera vez, una vez pasado el enfado debido a mis decisiones pasadas, me relacioné conscientemente con las cosas que tenía y con el dinero que me habían costado. Descubrí también que no se trata de “tirar”, como si despreciase aquellos objetos, sino despedirme de ellos desde el amor y quedarme con lo que me traía alegría y bienestar.

Lo que pasó después…

Como ves, Marie Kondo me abrió los ojos. Y lo hizo en muchos aspectos. Ponerme enfrente de todas mis posesiones y darme cuenta del gran volumen de cosas que no tenía ningún sentido conservar, me hizo ser consciente también de mis hábitos de compra y, por lo tanto, de mi relación con el dinero.

Descubrí que, aunque mi gestión financiera ya era bastante buena, aún estaba muy lejos de optimizarla. Así que empecé a estudiar más sobre el tema. Porque, al igual que con el orden doméstico, en general, no se enseña realmente un método para coger las riendas de nuestras finanzas personales.

Conté con una excelente base enseñada por mis padres, sobre todo con el tema del ahorro y la previsión financiera , pero me di cuenta de que, claramente,  la falta de educación financiera en nuestra sociedad era un hecho.

Entonces lo vi claro: quería aportar mi grano de arena ayudando a mujeres a reconciliarse con el dinero y a organizarse, planificar y pensar en su futuro económico desde el amor y ya no desde la carencia, los pensamientos limitantes, el enfado, la ira o el miedo.

Y así nació L’Economiss.

Así que sí, Marie Kondo tenía razón en su afirmación de las primeras páginas. No solo dejé de ser desordenada, sino que tuve un nuevo comienzo de vida: el proyecto que tengo la suerte de desarrollar gracias a mujeres maravillosas como tú.

¡Y esta es mi historia con Marie Kondo! Ahora, amiga, me encantaría conocer la tuya. ¿Me la cuentas en comentarios?

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Jeanne Marie, [31.03.21 10:11]