Los “pequeños grandes gastos” que afectan a nuestras finanzas sin que nos demos cuenta

Puede que no sepas de qué te hablo al leer “gastos hormiga”, pero estoy segura de que en cuanto te explique un poco más sabrás perfectamente a qué me refiero y por qué hay que tenerlos muy en cuenta si te propones ahorrar un poco más cada mes. Los gastos hormiga son aparentemente “inofensivos” debido a su bajo importe, pero créeme, querida, juntos tienen la capacidad de desequilibrar tus finanzas personales muchísimo más de lo que crees. El cafetito diario en el bar. El producto a 1 euro que incorporas en el último momento a tu cesta de la compra. La suscripción a esa plataforma que apenas usas pero, total, “no es dinero, la mantengo por si acaso”. Hoy quiero hablarte de cómo identificar esas pequeñas compras a las que tan poco caso hacemos y que, en la medida de lo posible, es conveniente tener en cuenta a la hora de poner en orden nuestras finanzas personales. Te explico sus principales características y cuáles son los más comunes.
- Pequeños pero recurrentes
Aunque en principio parezca contradictorio, uno de los mayores peligros de los gastos hormiga reside en su bajo importe. Cuando nos planteamos realizar una compra que implica un desembolso significativo de dinero, le damos varias vueltas antes de decidirnos y, en muchos casos, acabamos concluyendo que no es el momento para realizarla o bien elegimos una opción más económica que tenga menos impacto en nuestra cuenta corriente. Sin embargo, cuando se trata del desayuno en el bar antes de entrar al trabajo o de la bolsa de caramelos a 1 euro que nos saluda en la línea de caja del super, la cosa cambia. Los gastos hormiga tienen una importe tan bajo que muchas veces ni siquiera los contabilizamos como gasto cuando hacemos las cuentas mensuales. Sin embargo, todo lo que tienen de “baratos” lo tienen de repetitivos y ahí está la cuestión: juntos suman una cantidad de dinero que puede llegar a ser la diferencia entre ahorrar o no a final de mes.

- Fáciles de evitar o sustituir
Aquí viene la buena noticia, amiga. Una vez detectados los gastos hormiga que, pasito a pasito y moneda a moneda, van llevándose tu dinero cada mes, te resultará tremendamente fácil reducirlos de manera considerable. Esto es así porque en la mayoría de los casos estos gastos son o directamente evitables o, al menos, sustituibles por una opción mucho más económica que no requerirá grandes esfuerzos. Hacernos un sandwich antes de salir de casa o plantearnos marcas blancas como parte de la lista de la compra son pequeños gestos que tendrán una gran recompensa a final de mes.
- Casi inconscientes
Ya hemos hablado varias veces de la importancia de vivir (y gastar) de un modo consciente. Esto cobra aún más valor cuando hablamos de los gastos hormiga, ya que una de sus principales características es que los realizamos casi “en automático”. Sacar una moneda de 2 euros de la cartera no parece merecer una excesiva atención. Pero si tenemos en cuenta las características de los gastos hormiga que acabo de mencionarte (recurrentes, evitables y sustituibles), entenderás por qué es tan aconsejable identificar estas pequeñas compras y darles el espacio que se merecen dentro de nuestra atención y, sobre todo, de nuestro presupuesto.

- Los gastos hormiga más comunes
Veamos algunos de los gastos hormiga más comunes. Estoy casi segura que reconocerás más de uno como parte de tu rutina, aunque puede que hasta ahora no les hayas dado demasiada importancia:
- El cafetito en el bar: Quien dice el cafetito diario dice el menú del día o la caña al salir de trabajar. Fíjate en cómo una compra diaria de, por ejemplo, 2 euros, puede convertirse en un gasto fijo mensual de 40€ y, por lo tanto, casi 500€ al año. Estoy segura de que se te ocurren un montón de objetivos para asignarle a ese dinero. Entre ellos: ahorrarlo. Bien, pues algo tan fácil como salir con un termo de café de casa o llevarte un tupper con una ensalada riquísima para comer, devolverá ese importe a tu cuenta corriente o, mejor dicho: hará que nunca llegue a salir de ella.
- En el supermercado: Aquí hay una regla de oro y es no entrar por la puerta del súper si no llevas una lista de la compra en la mano. Ya solo este pequeño gesto te evitará un montón de “pequeños grandes gastos” en los que, si vas sobre la marcha, resulta muy difícil evitar. En segundo lugar, plantéate sustituir esas marcas que compras casi sin pensarlo por su equivalente de marca blanca. Y, por último, intenta mirar hacia otro lado cuando llegues a la caja, ya que en ese último instante los “ofertones” estratégicamente colocados constituyen una enorme tentación que harán más largo nuestro ticket sin demasiado sentido.
- Suscripciones que “no son dinero”: ¿Hace cuánto que no vas al gimnasio desde que te apuntaste? ¿Por qué estás suscrita a dos plataformas para ver series y pelis si al final siempre utilizas solo una? Es importante que recopiles todas las “pequeñas cuotas” que pagas al mes y te quedes exclusivamente con aquellas que utilices. Recuerda: lo que por separado es poco dinero no te parecerá tan poco si coges la calculadora y empiezas a sumar.
Estos tres que te comento son los gastos hormiga más comunes, en los que prácticamente todas caemos. Pero hay muchos más (comisiones bancarias, desplazamientos en coche que podrías realizar a pie, pequeñas compras online, etc.). Lo interesante es que elabores tu propia lista de gastos hormiga y, una vez identificados, descubras qué gasto mensual o anual suponen para ti. A partir de ahí, decide cuáles quieres mantener, cuáles quieres evitar y cuáles vas a sustituir por opciones más económicas. Te prometo, amiga, que el mes que viene vas a ponerte muy contenta al ver cómo has hecho crecer tus ahorros.
¿Hay algún gasto hormiga que hayas identificado como parte de tu rutina y que no he mencionado en este artículo? Me encantaría leerlo en comentarios.
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